A pesar de las recurrentes crisis económicas, de la creciente inseguridad e incluso de la pandemia del COVID, México se encuentra en el lugar número 36 de una lista de 149 países en el Ranking Mundial de la Felicidad, publicado anualmente por las Naciones Unidas.

Aunque bajamos doce posiciones con respecto al ranking del año pasado, sigue siendo notable la percepción positiva que los mexicanos tenemos de nuestra vida, pues este informe se basa en una encuesta mundial elaborada por Gallup en la que se pide a la gente que puntúe su vida del cero al 10, siendo cero la peor vida posible y el 10 la mejor vida posible. Además se tienen en cuenta seis factores: nivel de PIB, esperanza de vida, generosidad, apoyo social, libertad y corrupción.

Entre los motivos que podrían explicar esta auto percepción tan optimista, sin lugar a dudas se encuentra en un primer lugar la identidad y el arraigo. Los mexicanos estamos muy conscientes y orgullosos de nuestras raíces, rica cultura e incontables tradiciones, y hemos logrado construir una sociedad multicultural en la que se hablan muchas lenguas además del español, pero en la que todos nos consideramos mexicanos y estamos muy a gusto con ser quienes somos y satisfechos del lugar donde nacimos y crecimos.

Por otro lago, nuestras ciudades, paisajes y recursos naturales también son un motivo permanente y hereditario de orgullo. Siempre que podemos presumimos nuestras playas, selvas, bosques y desiertos, por lo que no resulta una casualidad que nuestro país sea uno de los más visitados a nivel mundial. En suma, existe la percepción generalizada de que vivimos en uno de los países más bonitos del mundo.

Finalmente, nuestra ya famosa característica de afrontar con optimismo las situaciones difíciles que a cada rato se nos presentan, manteniendo nuestro ánimo siempre festivo, contribuye a que seamos percibidos en todas partes como uno de los pueblos más felices. Que este Mes de la Patria nos sirva para recordar una vez más quiénes somos y el grandioso pasado que construyó nuestro presente, para conservar esta felicidad y heredarla a las nuevas generaciones.