A lo largo de este año y medio de pandemia se han suscitado cambios radicales en el estilo de vida del mundo entero, pues desde el inicio de esta crítica situación de salud a nivel mundial muchísimas personas tomaron acciones para modificar sus hábitos alimenticios.

La alimentación del pueblo mexicano, sin importar su localización geográfica, se basa en comidas deliciosas: burritos norteños, tacos de todo tipo, tortas de tamal, pambazos, tlayudas, cemitas, cochinita pibil… el ser mexicano se lleva en el corazón, en la sazón patriótica que significa llevar a la mesa un delicioso platillo con sabor de hogar para tener la fortuna de compartirlo. Sin embargo, no todo es el picosito del chile y el perfume de las yerbas de olor: una de las características de la alimentación mexicana es que sus porciones suelen ser excesivas, pues comemos «hasta llenarnos», mucho más allá de la saciedad, y como la mayoría de nuestros platillos contienen bastantes grasas saturadas y carbohidratos, su contenido calórico suele llegar a puntos inimaginables… y al acompañarlos con los típicos refrescos altos en azúcares, el daño termina por ser aún mayor.
México ocupa el primer lugar del mundo en obesidad, tanto en adultos como a nivel infantil, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y esto redunda en enfermedades cardiovasculares y hormonales relacionadas con el sobrepeso, la obesidad, el sedentarismo y la malnutrición crónica de la mayoría de los mexicanos. Para darnos una idea, de cada diez compatriotas, ocho padecen algún grado de obesidad, y como a esta pandemia de obesidad nacional se le ha agregado otra de tipo viral, estas personas están corriendo un riesgo aún mayor.

Sin embargo, también está surgiendo un “nuevo” mexicano con interés por mejorar su salud y salvar su vida, quien está cambiando su alimentación y estilo de vida, hace ejercicio dentro de casa, evita comidas con carbohidratos simples o almidones, consume una mayor cantidad de fibra y una cantidad adecuada de proteínas. Pero también existe otra cara de la misma moneda: debido al aislamiento social por la cuarentena, también surgió un “nuevo” mexicano que hace home office sentado la mayor parte del día, sin ejercitarse, lo que lo pone a merced del aumento de peso y riesgos en su salud, pues se ha vuelto demasiado aficionado al servicio a domicilio de comidas rápidas hipercalóricas y ultra procesadas, además de ingestas de alcohol cada vez más habituales.
Hago un llamado a todo mexicano, ingenioso por naturaleza, con esa picardía que sorprende al mundo entero y esa calidez y unión que hace que seamos una mejor nación: ¡mejoren su vida de la mano de profesionales de la salud! Juntos podemos lograr grandes cambios… sigamos buscando nuestra mejor versión y hagamos que ¡viva México!
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