Les quiero contar una historia que tal vez no es épica, no pasó en un lugar muy lejano ni hace mucho tiempo… pero sí es de amor.
Héctor Maldonado / CEO RANCHO EL ÁLAMO

Para obviar nombres diré que los protagonistas eran Ella y Él, quienes se conocieron años atrás gracias a amigos mutuos de sus trabajos. Surgió el gusto y el romance. Después de años y cientos de lindas vivencias y algunas tristes, compartieron un hogar.
Él y Ella no recuerdan cuánto duró, ni cuando terminó… hoy sólo saben que hay monotonía. Lo mismo cada día, la agenda se ha vuelto rutina, también los espacios y las charlas… mejor ni hacerlas, porque son de “hueva”.
Con el tiempo no sólo las palabras comenzaron a quedarse dentro de la piel, pues sucedió lo mismo con las pasiones, el arreglo, el tiempo… ¡pretextos siempre hay!

Sin importar cómo, llegaron a Rancho el Álamo. Tal vez vieron la reseña en una afamada revista, o una amiga les obsequió un pase de cortesía al ver su desdicha. Lo importante es la magia, natural y poderosa, esa que estuvo años bajo el fango.
Magia de verdad, no la de un temazcal que les abrió los poros de la piel para expulsar las toxinas del día a día. Magia que sirvió para remover el fango de sus cuerpos, boca y ojos. El calor de la tierra del temazcal y un reconfortante baño caliente en una tina con hierbas aromáticas logró desatar y romper los nudos de la cotidianidad.

Ella y Él, con sus mentes y cuerpos relajados, lograron volver a expresar lo que les encantaba, a cruzar ideas, y luego miradas, y después caricias.
En el Rancho el Álamo, después disfrutar del temazcal y el baño caliente en la compañía de la tarde, una fogata, la deliciosa comida preparada amorosamente por sus anfitriones y una copa de vino… ¡resurgió la magia!
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