Para que el amor surja primero debe haber amor propio, y para que sea perfecto se debe llevar afuera, hacia los demás.
Cristina Guiza / TANATÓLOGA – VALLE DE LOS ÁNGELES

Tal vez algunas personas puedan pensar que amar cuesta caro, sobre todo si lo ponemos en la perspectiva consumista de nuestra era, aunque visto desde un ángulo romántico también puede verse así cuando se vivió una decepción. El punto es que el amor es el sentimiento más noble y profundo que existe en el ser humano, aunque ha sido desvirtuado en un sentido yoista centrado en uno mismo.
Frases como “tú puedes lograrlo todo”, “eres el centro del universo”, “tienes el derecho de poseer, hacer, etc.”, nos han llevado a un mundo carente de amor, por contradictorio que esto parezca. Para que el amor se surja es verdad que primero debe haber autoestima, pero para que sea perfecto se debe llevar afuera, hacia los demás. No puede haber amor sin un “tú”, porque el amor en un “yo” no es amor.
También es verdad que no se puede dar lo que no se tiene: si no hay amor propio, el amor hacia el otro no es amor, pero sí una relación tóxica, y esto es extensivo a todas las personas que nos rodean, no solamente nuestra pareja. El amor es respeto, y en la medida que te respetas, respetarás a los demás. El amor busca bienestar, el propio y el de los demás. El amor cuida y no lastima.
En suma, el amor es esa placentera sensación de felicidad que surge cuando compartimos nuestro ser con alguien más, o cuándo ponemos nuestro corazón en todo lo que hacemos. Nadie nace en este mundo sin la capacidad de amar; por el contrario, todos somos capaces de sentirlo y expresarlo, y eso es lo que nos hace humanos.
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