Construir nuestra imagen personal es una decisión consciente, ya que es la manera en que el mundo nos ve y nos identifica. El cuerpo habla más allá de la ropa que lo atavía, pues en él se expresan todas nuestras emociones que salen a la luz, con o sin nuestro permiso.
VIOLETA RAMÍREZ / tarotista, theta healer y terapista floral
Desde una revista de moda hasta un asesor de imagen pueden indicarnos los colores, las texturas y el tipo de ropa que van más acordes con nuestra personalidad, nuestra profesión y estilo de vida, pero una inversión de esta magnitud no tendrá fruto si es utilizada por un cuerpo que no se siente bien.
Y es que el cuerpo habla desde el interior, porque alberga todas nuestras emociones, creencias y asuntos no resueltos, y es ahí donde se forma esa personalidad que pretendemos vestir. Un cuerpo encorvado por vergüenza, angustia, tristeza o preocupación nunca podrá lucir la ropa más cara y exquisita. La depresión, esas ganas de dormir, no bañarse o aislarse arruinan cualquier imagen.
Lo que es adentro es afuera, se refleja en la lubricación y coloración de nuestra piel y en la sedosidad y estabilidad de nuestro cabello. Quién no ha pasado por un día en el que poniéndose lo que se ponga jura que se le ve mal porque uno no está a gusto consigo mismo, y por el otro lado quién, en un día feliz y pleno, no ha recibido mil halagos por usar una prenda común y el peinado de siempre.
La felicidad, la estabilidad y la satisfacción son los mejores embellecedores que existen. Un alma tranquila y en paz usa un
¿Consultor de imagen o terapeuta emocional?
¿Cómo saber si antes de una consultoría de imagen necesitas de los servicios de un terapeuta emocional? Muy probablemente debas plantearte la segunda opción si te identificas con las siguientes situaciones:
- No me gusta mi imagen, procuro no verme en ningún espejo o de plano ya los quité de mi casa.
- Me veo enfermo y las personas a mi alrededor siempre me preguntan si me siento bien; tengo ojeras, piel seca, cabello quebradizo o que se me cae, y he perdido o ganado peso de manera importante.
- Tengo la fuerte sensación de que algo debe cambiar, pero no sé qué ni por dónde empezar; he tenido algunos intentos, pero no logro concretar algo.
- He perdido credibilidad en mi trabajo, y mi jefe o mis compañeros no me respetan o no me incluyen. Mis clientes se han alejado o han cambiado mis servicios por los de la competencia.
- Soy poco atractivo, hace mucho tiempo que nadie me sonríe o se me acerca, no recibo halagos ni reconocimientos y no tengo pareja.
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