
Antonio Ferrer Martínez | Espacio Público Filosofía y Letras
Salvo por el color adoptado para marcar el espacio de las ciclovías, el verde es uno de los grandes ausentes en la infraestructura de movilidad en nuestra ciudad. Y es que salvo contadas intervenciones y en espacios muy puntuales la vegetación no es un componente natural en los proyectos urbanos. Situación que deriva en un contexto predominantemente gris y hostil para los modos de movilidad activa: caminar y moverse en bicicleta, por mencionar algunos.
Que nuestra ciudad cuenta con un déficit de áreas verdes no es un dato nuevo. Frecuentemente se hace referencia a los alrededor de 2.4 o 3 m2 de área verde por habitante existente en el municipio. Así como a los 9, 12 o 15 m2 recomendados por los estándares internacionales. Disponibilidad que, por cierto, debe estar distribuida en forma equitativa y accesible a 15 minutos caminando o 300 metros de distancia.
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Ante la común ausencia de parques y zonas amplias destinadas a área verde, la calle y la banqueta en particular, se convierten en el escenario donde algunas de las acciones en favor del ambiente llegan a materializarse. Con optimismo y buena intención, pero comúnmente no con los resultados esperados, la autoridad o distintos actores sociales implementan acciones de plantación orientadas a mejorar en cierto grado el aspecto y ambiente del lugar.
Como resultado y derivado de los recursos e información disponible, árboles que alcanzan los 20 o 30 metros de altura, se colocan en banquetas de a penas 2.5m de ancho. Situación que derivará en ejemplares constantemente mutilados, daños a la infraestructura, así como generación de barreras a la accesibilidad de las personas con discapacidad. Esto además de la común proliferación de especies exóticas como laurel de la india, trueno, casuarina, jacaranda o palmeras, esto en detrimento de especies nativas.
Finalmente, es un hecho que la infraestructura verde contribuye a mejorar las condiciones de movilidad peatonal y ciclista, particularmente derivado de la generación de entornos más agradables para el desplazamiento. Que las autoridades no cuentan con la capacidad humana ni material para asumir el control de las acciones de mejora verde en su totalidad. Y también que la sociedad civil frecuentemente no cuenta con recursos ni información necesaria para sumarse a estas acciones.
En consecuencia, es imperante que la autoridad municipal y estatal genere los marcos normativos, informativos y operacionales necesarios para que la sociedad se sume al reverdecimiento de la ciudad, generando, ahora sí, los resultados deseables. Que son, entornos y vialidades más verdes funcionales y accesibles. Que contribuyan al fomento de una movilidad activa, efectivamente más sana, incluyente y sostenible.
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