Desde que comenzó la pandemia hemos tenido que adaptarnos a diversos cambios en nuestra forma de vivir.

Hoy, más de un año y medio después, tenemos nuevos hábitos: de lavado de manos, uso de cubrebocas, distanciamiento social y cumpleaños y celebraciones virtuales. También tenemos nuevas modalidades de consumo: hacemos las compras del súper, la farmacia y comida rápida en línea, y hasta vamos a consulta virtual con el médico. También llegaron nuevos estilos de trabajo, hoy conocidos cómo remoto e híbrido, y por supuesto nuevas formas de educación online: cursos de arte, deporte, baile, artes marciales, etc.
Otro punto importante que ha cambiado en nosotros es la parte afectiva a la que nos adaptamos: incertidumbre, miedo a la enfermedad, contacto físico limitado, aislamiento, distanciamiento social, pérdidas de seres amados, entre otros. Sin embargo, no todo ha sido negativo: también se ha incrementado nuestro aprendizaje tecnológico, mediante el cual hemos mejorado los ambientes laborales adaptándolos a la nueva realidad, lo que ha generado beneficios tanto para la empresa como para los trabajadores, incrementado la autonomía de su tiempo y la mejora de su calidad de vida.

Lo que es muy cierto es que para la neurociencia del cambio, y de acuerdo al neurocientífico Estanislao Bachrach, nuestro cerebro relaciona el cambio con el dolor; y “cambiar es entrar en conflicto”, por la cantidad de energía que emplea nuestro cerebro durante este cambio, pues se activa la memoria de trabajo. De ahí el porqué algunas personas se resisten a los cambios. Sin embargo, el cerebro también puede crecer y cambiar de acuerdo a las experiencias de la vida (neuroplasticidad), al igual que el cuerpo puede hacerlo si le pides que lo haga. Las creencias pueden abrir o cerrar la puerta, y esa es la importancia de la actitud: generar pensamientos y emociones positivas, para lograr adaptarnos a los cambios del contexto.
Hoy en día, con el regreso a una nueva normalidad, retomaremos nuevamente actividades del pasado como trasladarnos al trabajo y la escuela y encontrarnos con los amigos y la familia, entre otros. Y, aunque vivimos nuevos retos, siempre aparece la oportunidad de reinventarnos, de seguir aprendiendo y de mejorar día a día.
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