En julio de 1975 tuve la oportunidad de viajar a un campamento de verano en el estado de Minnesota, al norte de los Estados Unidos. Fue mi primer viaje «solo», tenía 9 años y fue toda una experiencia desde que llegué al aeropuerto.

– ALEJANDRO CAÑEDO / Viajemos juntos –

Mencioné “solo” no porque haya hecho el viaje sin ningún adulto o más niños, sino porque no viajé con mis papás. El vuelo fue vía San Antonio, con escala en el aeropuerto de Dallas/Fort Worth y con destino final al de Minneapolis/St. Paul, que sirve a las dos «ciudades gemelas” de Minnesota.

Después un viaje de muchas horas (según yo a esa edad, pero que realmente solo fueron tres horas por autobús), me impresioné por el paisaje lleno de bosques y miles de lagos, cosa que ya sabía por el prestigio de Minnesota, de ser el estado de los 10 mil lagos. Pasé dos veranos en el campamento Camp Lincoln for Boys, en donde aprendí diversas actividades deportivas y culturales y fue parte de la semilla que mis padres sembraron en mi de viajar.

Minnesota tiene como capital a St. Paul, y como ciudad más importante a Minneapolis, y entre las dos forman las mencionadas ciudades gemelas. Cuenta con sitios dedicados al arte y la cultura, como el museo de arte contemporáneo Walker Art Center y su jardín de las esculturas.

La ciudad tiene, como el estado, mucha agua, pues cuenta con veinte lagos y es cruzada por el río Mississippi; es famosa por su sistema educativo y la gran cultura de sus habitantes, que gozan de múltiples actividades de teatro, literatura y música. También cuentan con uno de los centros comerciales más grandes del mundo, el Mall of the Americas, con más de 500 tiendas que reciben cada año a miles de visitantes de Estados Unidos y del extranjero.