La pandemia ha sido un evento agotador que robó nuestra certeza, autonomía y conexión social. Para las organizaciones, el problema replantea su práctica de talento en cuanto al bienestar y la productividad de los empleados.

El Neuroliderazgo, término empleado por el Dr. David Rock en 2008, forma parte de las neurociencias aplicadas al liderazgo y ayuda a lograr: una correcta toma de decisiones, una comunicación efectiva, colaboración en los equipos de trabajo, apoyo mutuo, gestión de emociones y de estrés, logrando así ambientes sanos y de éxito.
Cabe destacar que ha tenido un impacto positivo en su aplicación, la cual se basa en estudios científicos de la anatomía y fisiología del sistema nervioso, además de una percepción filosófica que estudia al líder como un ser holístico donde destacan su mente, cuerpo y energía.
Sumado a ello, esta herramienta garantiza el desarrollo de neurolíderes con mentalidad de crecimiento, compromiso, empatía, colaboración, confianza y que en verdad sean auténticos agentes de cambio dentro de su entorno.

Conocer el funcionamiento del cerebro y sus funciones permite explorar un enfoque holístico que cultive el talento de los equipos de trabajo de forma diferencial, ya que el líder tomará conciencia sobre el daño que causan el estrés, los horarios inflexibles y agotadores, la falta de motivación, la falta de confianza y la falta de reconocimiento a sus equipos de trabajo.
El trabajo ocupa una gran parte de nuestras vidas y forma parte de un ecosistema más amplio que contribuye a la salud, el bienestar y la productividad de la gente; es por ello que el neurolíder debe poner en marcha sistemas que coincidan con los valores y prioridades de su personal, y busquen de forma regenerativa que las personas a su cargo sean más inteligentes, más productivas, más sanas, más felices y, en definitiva, mejores de lo que eran.
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