Por Erika Rivero Almazán / Periodista y Directora Más Sana
- Está comprobado que el trato que te dio tu mamá, afecta directamente tu relación con los alimentos, de esta forma, las madres determinan si somos delgados o gordos, incluso, si somos saludables o no.
¿Cómo fue el trato que tuviste con tu mamá? ¿autoritaria, de esas gruñonas que no dan un paso atrás para que se haga lo que ellas digan; autoritativa, con autoridad pero amorosa; permisiva, de esas mamás ‘barco’ que con tal de ahorrarse un regaño o un disgusto te dejaban comer el helado antes de la comida?
Pues, dependiendo de cómo fue tu mámá en su educación con la alimentación, será tu futuro tanto en tu complexión física como en tu salud en general, porque la frase “eres lo que comes” está más vigente que nunca.
Para Lulú Farrera Meléndez, terapeuta en nutrición y directora de Salud Integral Inteligente, propone que dependiendo de la madre que tuviste determina los conflictos que tienes con la comida, y destaca 3 grandes tipos principales:
1. Madres autoritativas, prevención más eficaz de la obesidad:
Un estilo de crianza autoritativo es cuando se ejerce control sobre sus hijos con mucho afecto, apoyo y «responsividad», un término no recogido por la RAE (Real Academia Española), pero muy utilizado en el ámbito de la psicología, el cual define a los padres que responden de forma habitual a las demandas de sus hijos, razonando sus actos y comunicándolos con cordialidad y respeto a los pequeños.
Las reglas del hogar se suelen hacer cumplir a través de estrategias como la pérdida de privilegios. Se asocia a una mayor independencia y autocontrol por parte del niño. Este tipo de madres siguen criterios bien delimitados, aunque adaptados a la edad del menor, y son sensibles a las necesidades y conductas del niño, así como a sus señales internas de hambre o saciedad, en un intento de pactar con él su alimentación y haciendo un balance ente antojos y alimentos saludables. Este estilo de crianza disminuye el riesgo de obesidad infantil y juvenil y se asocia a un mayor consumo de alimentos saludables.

2. Madres autoritarias, niños con riesgo de obesidad multiplicado por 5.
El autoritarismo se define como un exceso de autoridad, control y crítica, con poco afecto. Se emplea una estricta disciplina y puede ser insensible a las necesidades emocionales del niño. Suelen existir reprimendas físicas o verbales. Ello genera que el niño deje recaer sus motivaciones en controles externos, cuando lo ideal es que sean internos.
Las prácticas autoritarias se caracterizan por pretender controlar la alimentación del niño mediante restricciones estrictas de alimentos específicos, u obligaciones para que el niño coma, con poca consideración a los deseos del menor. Los niños sometidos a este estilo de crianza multiplican por cinco sus posibilidades de sufrir obesidad. Además, al entrar en la edad adulta, siguen dietas más desequilibradas, lo que aumentará su riesgo de padecer enfermedades crónicas.
3. Madres permisivas, el riesgo de obesidad infantil se duplica.
Las madres ejercen muy poco control sobre los niños. No confían en el autocontrol del niño y no transmiten expectativas claras acerca de su comportamiento. Su actitud puede ser tanto indulgente (inclinación a perdonar y disimular los errores, o a conceder premios o regalos) como negligente (actitud descuidada o indiferente ante el cuidado del menor). Ello podría conducir a niños con una baja autorregulación del comportamiento.
Desde un punto de vista dietético, las madres permiten al niño que sea quien decida y escoja los alimentos que formarán parte de su alimentación.
Pese a que la Academia Americana de Pediatría aconseja que el niño participe de la decisión de qué, cuánto y cómo come, esta entidad parte de la premisa de que ha sido el adulto quien ha realizado la selección previa de los alimentos que se ingerirán en el hogar, y ha presentado una oferta limitada de posibilidades al menor. La permisividad, la indulgencia o la negligencia no son recomendables. Los niños expuestos a estos estilos de crianza, además de realizar peores selecciones dietéticas, duplican su riesgo de sufrir obesidad.
Alimentación infantil, el enfoque adecuado
Las madres o cuidadores de niños de 2 a 11 años deben aportar una estructura positiva y apoyo adecuado según la edad y alimentos y bebidas saludables, mientras que los niños decidirán qué y cuánto comen de lo que los adultos ofrecen. Por eso es vital seleccionar lo que se compra en el supermercado, para así eliminar la oferta de productos ricos en harinas y azúcares, como galletas, cereales en caja, dulces, barras energéticas y golosinas, repletas de calorías vacías. La opción de la fruta, vegetales que pueden presentarse con un poco de chilito, limón y sal, pueden servir de postres o antojos entre comidas.
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