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¿Cuál es el sentido de la vida?

La existencia del deseo de significado es un criterio fiable de salud mental, pues dicho deseo suele perderse en muchas situaciones de depresión en las que ya no se ve salida ni sentido a nada y ni siquiera hay ya deseo de encontrarlo.

Loreto del Carmen Méndez / PSICÓLOGA

Para algunas personas, la palabra sentido tiene un carácter espiritual o trascendente, que puede implicar la búsqueda de un orden superior. Víctor Frankl definió la religión como: “la búsqueda del significado último”, afirmando que existe un sentido religioso fuertemente enraizado en las profundidades inconscientes de todos.

Para Irving Yalom, el sentido de la vida debe contemplarse desde una perspectiva que permita apreciar su desarrollo en el tiempo, pues en cada época de la vida se desarrolla predominantemente un tipo de valores: algunos autores consideran que los experienciales alcanzan su máxima expresión entre los 13 y 15 años, los de creación alrededor de los 40 a los 45 y los de actitud a partir de los 65.

Pero entonces… ¿qué hacemos aquí? ¿por qué estamos aquí? Y, lo más importante… ¿para qué estamos aquí? Nacemos, crecemos y morimos, pero ¿qué pasa en el transcurso? Aprendemos, vamos a la escuela, nos graduamos, trabajamos, amamos, reímos, lloramos, dudamos, nos equivocamos, pero ¿por qué y para qué?

Al final todos seremos un recuerdo en la mente de alguien: una foto, un video, una historia. Miles de millones de personas han estado aquí antes que nosotros… ¿con qué fin? ¿Permitir que podamos estar más personas aquí? ¿Nuestra función es asegurarnos de que alguien más se quede después de que nos marchemos? Eso lo llevamos haciendo miles de años y nada cambia ni nada sabemos. Sí, evolucionamos, mejoramos o empeoramos; vivimos más años, más cómodos o todo lo contrario…

El desarrollo del sentido de la vida también se ve influenciado por el contexto cultural, las experiencias pasadas, el nivel de conocimientos y los sistemas de creencias. Hace sólo cien años una carta tardaba semanas o incluso meses en ir de una ciudad a otra, mientras que hoy en un segundo le dices “hola” a alguien que está del otro lado del mundo. ¿Esto evolucionar? ¿Acercarnos? ¿Relacionarnos? Si es así, ¿por qué nos destruimos con tanta facilidad?

Yo creo que la vida no tiene ningún propósito en sí misma por que el motivo de que estemos aquí es casual, y por definición algo que sucede por casualidad no es premeditado y por lo mismo no tiene ninguna finalidad u objetivo en sí mismo. Pero entonces… ¿la vida es eso? ¿Una combinación de circunstancias que no se pueden prever ni evitar sin ningún sentido o finalidad?

Las opiniones varían. Como sentido de la vida unos ven la perpetuación de la especie, otros realizarse y trascender más allá de los hechos, unos más que evolucionar, buscar sabiduría y conocimiento… También hay quienes buscan hacer un mundo mejor, o alcanzar la unión con Dios tras conseguir la pureza del alma. En resumen, hay dos posiciones disímbolas: o defender que el sentido de la vida radica en tratar de encontrarlo, o apostar porque la vida no tiene sentido porque el mundo es un lugar horrible, agresivo y destructivo.

Yo creo que el sentido de la vida es algo que hemos inventado porque como especie humana con pensamiento abstracto necesitamos entender, asimilar, explicar… encontrar una finalidad que justifique nuestra existencia. Pero, más que pasarnos en la búsqueda de este sentido, deberíamos enfocarnos en crecer, mejorar, ser generosos, encontrar nuestros talentos y explotarlos al máximo, amar, pensar, divertirnos, ser críticos, sinceros, coherentes, proactivos y siempre vivir de acuerdo con nuestras posibilidades y fieles a nuestro criterio.

La existencia del deseo de significado es un criterio fiable de salud mental, según Frankl, pues dicho deseo suele perderse en muchas situaciones de depresión en las que ya no se ve salida ni sentido a nada y ni siquiera hay ya deseo de encontrarlo. Por lo tanto, la carencia de significado es un indicador de desajuste emocional, y como la necesidad de sentido hoy en día no se satisface plenamente, son muchas las personas que sufren de un vacío existencial, que consiste en vivir sin encontrar un sentido a la propia vida.

El verdadero problema es que el deseo de significado se está frustrando a nivel mundial, pues va en aumento el número de personas que experimentan un sentimiento de falta de sentido que puede adoptar cualquier forma clínica neurótica con diferentes cuadros sintomáticos (alcoholismo, depresión, obsesión, etc.). Vale la pena, entonces, recordar la frase de Erich Fromm: “el sentido de la vida no es más que el acto de vivir en uno mismo”.

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