MÓNICA CÁZARES ••• DIRECTORA DE EPUHC
Mujer, el mundo está amueblado por tus ojos
se hace más alto el cielo en tu presencia
la tierra se prolonga de rosa en rosa
y el aire se prolonga de paloma en paloma
al irte dejas una estrella en tu sitio.
[…] Inocente armonía sin fatiga ni olvido
elemento de lágrima que rueda hacia adentro
construido de miedo altivo y de silencio
haces dudar al tiempo
y al cielo con instintos de infinito.
[…] Traes en ti el recuerdo de otras vidas más altas
de un Dios encontrado en alguna parte
y al fondo de ti misma recuerdas que eras tú
el pájaro de antaño en la clave del poeta
sueño en un sueño sumergido.
Vicente Huidobro. Altazor, II Canto (1931)
Cuando nos referimos a la mujer se agolpan un sinfín de imágenes en la mente. Si hay que enfocarse en el núcleo trascendental que da origen a la sociedad, la familia, entonces descubrimos la fortaleza de la que ha sido dotada, del gran secreto ancestral que prevalece en su interior para ser un eje que permita a las comunidades más antiguas de la remota época matrística prevalecer en sus enseñanzas para transmitir amor.
Aproximadamente del 8.000 hasta el 5.000 a. C., existen hallazgos arqueológicos indicativos de que en la zonas europeas del Danubio y los Balcanes se desarrolló una sociedad matriarcal, en la que el concepto de comunidad estaba basado en la fuerza espiritual, alimentada por el amor de las mujeres.
Habría que recuperar esta armonía de manera consciente, ser madres del mundo y asumir el rol de ser eje de la familia, educando a todas las niñas y niños en un entorno lleno de amor, confianza, respeto, solidaridad y acompañamiento, lo que nos conducirá a una humanidad consciente. •••
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