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Independencia… ¿adicción o miedo?

IRMA AZOMOZA / PhD

 

Cuando una observa a una mujer que se vale por sí misma, que trabaja, que se procura, se cuida, etc., una ve a una persona libre, que toma decisiones, riesgos y asume la responsabilidad de su vida, y entonces pensamos: “Es una mujer muy independiente”. Sin embargo, la realidad no siempre es del color que se maquilla. Bajo esa personalidad efectivamente puede haber una mujer que se mueve por la vida de manera natural, haciendo todo lo que le place, segura y firme, pero… ¿qué es lo que la ha llevado a ello?

Por principio de cuentas puede que sea una persona que creció en ambientes de mucha contención humana, y eso le da la seguridad de que todo se puede lograr. Otra causa puede ser que se haya criado rodeada de muchos hombres y eso le haya formado el carácter que se necesita para sobrevivir. Ta vez se haya tenido que enfrentar desde muy joven a situaciones complicadas y tuvo la necesidad de aprender por sí misma. O bien las creencias, alianzas o neuroasociaciones que se ha formado durante su desarrollo la llevan a creer que así es la vida y que no necesita de nadie.

Woman posing in dried mountains field

En todos los casos, llegar a ser independiente (sobre todo económicamente) le da a una mujer da la oportunidad de poder elegir sus opciones de vida de manera más relajada. Sin embargo, creo que lo verdaderamente importante es lograr una independencia emocional, que es la que más se nos atora en el camino de vivir. Hay mujeres sumamente exitosas, brillantes e independientes en el ámbito laboral, pero demasiado dependientes en el aspecto emocional, lo que hace que una se pregunte: ¿Cómo puede suceder algo así? Y es que, aunque usted no lo crea, nada que ver una cosa con la otra. Las emociones traicionan al raciocinio y las personas generan adicciones bioquímicas que les secuestran las neuronas y las llevan a realizar actos completamente dispares a lo esperado.

El miedo al abandono también hace que las mujeres se vuelvan totalmente independientes,  ya que experiencias previas les hicieron tanto daño que ahora su pensar sigue la línea de “te corro antes de que me dejes, y así me vuelvo independiente”.

Lo que habría que revisar es qué tan bien me siento en la situación que vivo, porque hoy en día la balanza se ha inclinado de tal manera que la competencia por demostrar quién puede más, o el famoso y trillado llamado a la igualdad, han hecho que se pierdan valores que antaño se manifestaban siendo una dama y un caballero.

Hoy día el lenguaje, la relación personal, la forma de comunicación y la demostración de un pseudopoder ha hecho que este tipo de comportamientos se confundan con libertad o independencia. Y bueno, tal vez les hable de la prehistoria, pero es maravilloso seguir siendo independiente emocionalmente y estar con quien se quiere estar, hacer lo que se quiere hacer y seguir disfrutando de ser una dama, atendida, cuidada y protegida…

O dime, mi querida lectora…  ¿No te tu gustaría sentirte como una reina? Eso sí, sin confundir tu secuestro emocional con la libertad de sentirte plena…

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