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Atender una lesión a tiempo puede marcar la diferencia: alertan sobre el riesgo de automedicarse y no acudir al fisioterapeuta

Por ejemplo, un esguince mal atendido puede evolucionar en inestabilidad crónica del tobillo, algo que suele evitarse con intervención temprana.

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Las lesiones —ya sean deportivas, laborales o derivadas de actividades cotidianas— pueden presentarse en cualquier momento y afectar a cualquier persona. Sin embargo, el principal problema no suele ser la lesión en sí, sino la forma en que la población la atiende: con reposo insuficiente, remedios caseros o, con mayor frecuencia, automedicación, una práctica que puede agravar el daño y retrasar la recuperación durante semanas o incluso meses.

La automedicación se ha convertido en uno de los riesgos más comunes. Analgésicos y antiinflamatorios pueden enmascarar el dolor sin resolver el problema de fondo, lo que lleva a muchas personas a retomar actividades antes de tiempo. El resultado es un círculo vicioso: la lesión persiste, se agrava o genera compensaciones en otras partes del cuerpo, provocando molestias adicionales.

La automedicación: alivio temporal, consecuencias duraderas

En México, gran parte de la población reconoce haber recurrido alguna vez a la automedicación para tratar dolores musculares o articulares. Aunque puede parecer una solución rápida, el uso inadecuado de fármacos no solo oculta síntomas, sino que también puede causar efectos adversos como irritación gástrica, alteraciones renales o complicaciones cardiovasculares.

Además, al “borrar” temporalmente el dolor, las personas continúan utilizando la zona lesionada sin saber que el daño sigue ahí. Cuando finalmente buscan atención profesional, el tratamiento suele ser más largo y complejo.

¿Por qué acudir al fisioterapeuta desde el primer momento?

La fisioterapia no solo ofrece tratamiento para lesiones, sino herramientas para prevenir recaídas, recuperar movilidad y evitar que molestias temporales se conviertan en problemas crónicos. Un fisioterapeuta puede:

  • Identificar la causa real del dolor.
  • Detectar microlesiones que no se notan en los primeros días.
  • Diseñar un plan de rehabilitación personalizado.
  • Corregir movimientos o posturas que generan sobrecarga.
  • Evitar secuelas a largo plazo, como debilidad, rigidez o inestabilidad articular.

Por ejemplo, un esguince mal atendido puede evolucionar en inestabilidad crónica del tobillo, algo que suele evitarse con intervención temprana.

El mito del “se me pasará solo”

Una de las creencias más extendidas es que la mayoría de las lesiones se curan con tiempo y reposo. Aunque el cuerpo sí tiene capacidad de recuperación, muchos daños requieren movilización guiada, técnicas manuales y fortalecimiento específico. Dejar “que pase solo” puede prolongar la recuperación o dejar secuelas que afecten la calidad de vida.

Cuidar el cuerpo es una inversión

Acudir con un fisioterapeuta debe entenderse como una medida de prevención y no como un recurso de último minuto. Detectar y tratar una lesión a tiempo reduce costos médicos futuros, disminuye el riesgo de cirugías y permite retomar actividades sin dolor ni limitaciones.

Las lesiones pueden ocurrirle a cualquier persona, pero la diferencia está en cómo se atienden. Ignorar el dolor, automedicarse o retrasar la consulta puede transformar un problema menor en uno crónico. La fisioterapia, en cambio, ofrece una recuperación segura y basada en evidencia.

Escuchar al cuerpo es importante. Atenderlo a tiempo es fundamental.

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