Con apenas 25 años, Fátima Bosch Fernández llevó la corona de Miss Universo a México por cuarta vez en la historia, después de Jones, Navarrete y Meza. El pasado 21 de noviembre, en el Impact Challenger Hall de Bangkok, Bosch deslumbró ante 100 candidatas de todo el mundo, pero su triunfo trascendió lo estético: se convirtió en un símbolo de empoderamiento y autenticidad.

El certamen, que no estuvo exento de polémicas, la enfrentó a un momento crítico cuando tuvo que responder al insulto del organizador Nawat Itsaragrisil. Bosch se mantuvo firme, defendiendo la igualdad y el respeto hacia las mujeres, lo que le ganó la admiración del público y la prensa internacional. Durante las preliminares, el desfile de trajes de baño y la ronda final de preguntas, la tabasqueña destacó por su seguridad, claridad y mensaje social, demostrando que la corona puede ser también una plataforma para el cambio.

Graduada en diseño de modas por la Ibero, Bosch combina belleza y activismo. En su discurso de victoria, dedicó el triunfo a su país: “Crean en su autenticidad, su voz importa”. Ahora, su reinado incluirá viajes globales y actividades de promoción social, llevando la bandera mexicana y un mensaje de liderazgo femenino por el mundo. La victoria de Bosch no solo celebra la belleza, sino la fuerza de las mujeres mexicanas en 2025.