
La celulitis, una alteración estética que afecta a entre el 80% y 90% de las mujeres, no solo depende de factores genéticos o del estilo de vida: también está estrechamente relacionada con las fluctuaciones hormonales propias del organismo femenino. Aunque no representa un problema de salud, su presencia suele generar inquietud, especialmente porque tiende a intensificarse en determinadas etapas del ciclo hormonal y de la vida.
En el centro de este proceso se encuentra el estrógeno, una de las hormonas clave en la fisiología femenina. Su influencia en la circulación, el tejido conjuntivo y la retención de líquidos explica por qué la celulitis aparece o se acentúa en ciertos momentos. Cuando los niveles de estrógeno aumentan —como ocurre en la fase folicular del ciclo menstrual, el embarazo o la pubertad— es más probable que se produzca retención de líquidos, una menor eficiencia en el drenaje linfático y una alteración en la distribución de la grasa. Estos cambios favorecen el aspecto ondulado o acolchado característico de la celulitis.
Especialistas señalan que esta relación también se observa en mujeres que utilizan anticonceptivos hormonales. Dependiendo del tipo de formulación y la sensibilidad individual, las variaciones inducidas por estas hormonas pueden aumentar la retención hídrica o modificar la densidad del tejido conectivo, lo que, en algunos casos, puede hacer más visible la celulitis. No obstante, los efectos no son uniformes: en muchas mujeres no se presenta ningún cambio notable.
Las etapas de la vida también juegan un papel importante. Durante la pubertad, el aumento súbito de estrógeno favorece la formación de depósitos grasos en caderas y muslos, zonas donde más frecuentemente aparece la celulitis. En la edad adulta, factores como el estrés, el sedentarismo o cambios en la composición corporal pueden intensificar su visibilidad. Y en la perimenopausia y menopausia, aunque los niveles de estrógeno disminuyen, las transformaciones del tejido conectivo y la redistribución de la grasa corporal pueden causar que la celulitis persista o incluso se acentúe.
La ciencia coincide en que la celulitis es un fenómeno multifactorial, pero los ritmos hormonales femeninos —cíclicos, complejos y profundamente influyentes— constituyen uno de los hilos conductores que explican su aparición y sus variaciones. Lejos de ser un signo de mala salud, la celulitis refleja la interacción natural entre la biología hormonal y las características del tejido subcutáneo. Y, aunque su presencia pueda generar incomodidad estética, forma parte de un proceso fisiológico normal que acompaña a la mayoría de las mujeres a lo largo de su vida.
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