
La hidratación adecuada y el consumo de probióticos y prebióticos, bajo supervisión profesional, son otros elementos que comienzan a recomendase como apoyo a tratamientos dermatológicos.
Redacción Más Sana
Durante años, la celulitis, la inflamación cutánea y otras alteraciones estéticas de la piel se atribuyeron principalmente a factores hormonales, genéticos o de estilo de vida. Sin embargo, investigaciones recientes han puesto bajo la lupa un protagonista inesperado: el intestino. El creciente interés científico en el «eje intestino-piel» ha revelado que el microbioma intestinal —el conjunto de bacterias que habitan en el tracto digestivo— podría desempeñar un papel decisivo en la apariencia y salud de la piel.
De acuerdo con especialistas en dermatología, un desequilibrio en estas bacterias, conocido como disbiosis, puede generar inflamación sistémica, alterar la absorción de nutrientes esenciales y provocar cambios visibles en la piel. Entre estas manifestaciones se encuentra la celulitis, una condición que afecta a la mayoría de las mujeres y que, aunque es inofensiva para la salud física, representa una preocupación estética constante.
La evidencia científica apunta a que la inflamación crónica de bajo grado —muchas veces originada en el intestino— puede influir en la acumulación de grasa subcutánea, el debilitamiento de los tejidos conectivos y la retención de líquidos, tres elementos directamente vinculados a la formación de la celulitis. Cuando el microbioma está desbalanceado, el cuerpo puede producir más citoquinas inflamatorias, moléculas que circulan por el organismo y alteran la función normal de la piel.
Además, un intestino en mal estado puede afectar la producción de colágeno, la firmeza de la piel y la capacidad del cuerpo para metabolizar grasas de manera adecuada. “No se trata de decir que la celulitis proviene únicamente del intestino, pero sí de reconocer que su apariencia puede empeorar cuando existe inflamación sostenida”, explica la dermatóloga Clara Núñez.
La relación entre salud intestinal y piel también se extiende a otras alteraciones dérmicas como brotes de acné, dermatitis, rosácea y falta de luminosidad. Estudios en Europa y Estados Unidos han demostrado que pacientes con estas condiciones suelen presentar alteraciones en su microbiota, lo que abre la puerta a nuevas estrategias terapéuticas enfocadas no solo en cremas o tratamientos tópicos, sino en mejorar la salud digestiva.
Nutriólogos y gastroenterólogos coinciden en que una alimentación rica en fibra, frutas, vegetales y alimentos fermentados puede favorecer el equilibrio del microbioma. Reducir azúcares refinados, alcohol y alimentos ultraprocesados también contribuye a disminuir la inflamación del cuerpo, reflejando beneficios visibles en la piel. La hidratación adecuada y el consumo de probióticos y prebióticos, bajo supervisión profesional, son otros elementos que comienzan a recomendase como apoyo a tratamientos dermatológicos.
Aun así, especialistas subrayan que la celulitis tiene múltiples causas y no puede erradicarse por completo. Sin embargo, mejorar la salud intestinal podría convertirse en una herramienta accesible y complementaria para aliviar su apariencia y fortalecer la salud de la piel a largo plazo.
Con investigaciones en curso y una creciente aceptación del eje intestino-piel, la ciencia parece confirmar lo que muchas tradiciones de bienestar han sostenido por siglos: un organismo equilibrado por dentro se refleja inevitablemente por fuera.
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