En algunas regiones, el 3 de noviembre se retiran los elementos del altar y se agradece la visita de las almas, cerrando el ciclo de celebración y recuerdo.

Redacción Más Sana

Con la llegada del Día de Muertos, las familias mexicanas comienzan a preparar las tradicionales ofrendas para recordar y honrar a sus seres queridos fallecidos, siguiendo un calendario que asigna un significado particular a cada día.

La preparación de las ofrendas inicia el 28 de octubre, dedicadas a quienes murieron de manera trágica o en accidentes. El 29 de octubre se recuerda a quienes fallecieron ahogados, mientras que el 30 de octubre se destina a las ánimas solas, aquellas sin familiares que las recuerden.

El 31 de octubre está reservado para los niños que murieron sin ser bautizados, conocidos como los “angelitos”. El 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, se honra a los niños fallecidos, colocando en los altares dulces, juguetes, pan y flores blancas. Finalmente, el 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos, se recuerda a los adultos fallecidos, incorporando a las ofrendas sus platillos y bebidas favoritas, e incluso objetos que disfrutaban en vida.

En algunas regiones, el 3 de noviembre se retiran los elementos del altar y se agradece la visita de las almas, cerrando el ciclo de celebración y recuerdo.

Este calendario refleja la riqueza de la tradición mexicana y su énfasis en la memoria, la familia y la comunión entre vivos y muertos, consolidando al Día de Muertos como una de las celebraciones culturales más emblemáticas de México.