
El caso de Yusvely no debería recordarse por la tragedia, sino por la necesidad de escuchar a tiempo. Su carta en redes no fue una nota de despedida cualquiera, sino un grito de auxilio que la sociedad no supo descifrar.
Redacción Más Sana
El caso de Yusvely Marianny Núñez Rodríguez, la joven venezolana de 20 años que se quitó la vida el 22 de octubre de 2025 en Puebla, no solo sacudió a las redes sociales, también volvió a poner sobre la mesa un tema que sigue siendo tabú en muchas familias: la salud mental.
Horas antes de arrojarse desde un puente peatonal en la Vía Atlixcáyotl, Yusvely compartió en Instagram una carta poética y dolorosa en la que pedía perdón a su madre, expresaba su cansancio emocional y denunciaba abuso sexual en su infancia. Su mensaje, cargado de sensibilidad y desesperanza, fue el último intento por ser escuchada.
Su historia no es un hecho aislado. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el suicidio es una de las principales causas de muerte entre personas de 15 a 29 años. En México, el INEGI reporta que cada día, en promedio, más de 200 personas intentan quitarse la vida y que los casos de jóvenes migrantes, mujeres y población LGBTQ+ van en aumento.
La invisibilidad del dolor emocional
El suicidio rara vez ocurre de manera súbita. Detrás de él suelen existir señales de alerta que pueden manifestarse como aislamiento, apatía, insomnio, pérdida de interés o verbalizaciones de desesperanza. Sin embargo, en sociedades donde aún se minimiza el sufrimiento emocional, estos signos suelen pasar desapercibidos o ser confundidos con “dramas” o “exageraciones”.
Romper el tabú: hablar puede salvar vidas
Hablar de suicidio no lo provoca. Por el contrario, abrir el diálogo ayuda a prevenirlo. La evidencia científica muestra que la conversación empática, la escucha activa y el acompañamiento profesional pueden marcar la diferencia.
En México, existen líneas de ayuda como SAPTEL (55-5259-8121) y la Línea de la Vida (800-911-2000), donde especialistas ofrecen atención 24/7. Además, la implementación de programas de salud mental en escuelas y universidades, y el acceso gratuito a atención psicológica comunitaria, son pasos urgentes para detener una crisis que sigue cobrando vidas.
Una despedida que pide atención, no morbo
El caso de Yusvely no debería recordarse por la tragedia, sino por la necesidad de escuchar a tiempo. Su carta en redes no fue una nota de despedida cualquiera, sino un grito de auxilio que la sociedad no supo descifrar.
En un mundo donde la productividad, la imagen y el éxito suelen disfrazar el dolor, hablar de salud mental no es un lujo: es una cuestión de vida o muerte.
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