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El rostro del cáncer de mama: entre la información, la autoexploración y los mitos que persisten

La autoexploración fue mi salvación, pero también mi despertar. Aprender a conocer mi cuerpo fue aprender a cuidarme sin miedo.

Redacción Más Sana

Aunque octubre se tiñe de rosa para recordar la importancia de la detección temprana del cáncer de mama, los datos y las percepciones sociales muestran que aún hay un largo camino por recorrer. La autoexploración —la práctica más accesible para la detección oportuna— sigue siendo rodeada por mitos, desinformación y tabúes que dificultan su efectividad real.

De acuerdo con la Secretaría de Salud, el cáncer de mama es la principal causa de muerte por cáncer en mujeres mexicanas. Sin embargo, cerca del 60% de los casos se detecta en etapas avanzadas, lo que reduce drásticamente las posibilidades de tratamiento exitoso. A pesar de las campañas, muchas mujeres aún desconocen la técnica correcta de autoexploración o postergan las revisiones clínicas por miedo o desconfianza.

Especialistas subrayan que la autoexploración no sustituye a la mastografía, pero es el primer paso hacia una cultura de autocuidado. La clave está en realizarla mensualmente, después del ciclo menstrual, observando cualquier cambio en la forma, color o textura de los senos.

Aun así, la información muchas veces no llega con claridad. En comunidades rurales o sectores con menor acceso a servicios de salud, persisten mitos como “si no hay antecedentes familiares no hay riesgo”, o “el cáncer de mama solo afecta a mujeres mayores”, creencias que retrasan la búsqueda de atención médica.

El rostro del cáncer de mama no es uno solo: es el de mujeres jóvenes, adultas y mayores que enfrentan no solo una enfermedad, sino la necesidad de derribar el silencio en torno al cuerpo femenino. Por ello, las campañas actuales buscan transformar el mensaje de miedo en uno de prevención y empoderamiento, recordando que la autoexploración salva vidas cuando se combina con revisiones médicas regulares y acompañamiento emocional.

La autoexploración fue mi salvación, pero también mi despertar. Aprender a conocer mi cuerpo fue aprender a cuidarme sin miedo.

El reto, coinciden expertos y pacientes, es convertir ese aprendizaje en una práctica colectiva: que cada mujer en México tenga la información, las herramientas y el valor para mirar de frente su salud y reconocer a tiempo cualquier señal de alerta.

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