La celulitis es uno de los temas más comentados en el mundo de la estética y el cuidado personal, pero a menudo se confunde con otras condiciones médicas, generando mitos y desinformación. Existen dos tipos fundamentales: la celulitis estética y la celulitis infecciosa, cada una con causas, riesgos y tratamientos distintos.

La celulitis estética, la más conocida, se manifiesta como la piel con hoyuelos o “piel de naranja” en muslos, glúteos y abdomen. Su origen está relacionado con factores hormonales, genéticos y de estilo de vida. Aunque no representa un riesgo para la salud, puede afectar la autoestima y la percepción corporal. Entre los factores que contribuyen a su aparición destacan la acumulación de grasa subcutánea, la retención de líquidos, la falta de ejercicio y hábitos alimenticios poco saludables.

Por otro lado, la celulitis infecciosa es una condición médica seria, causada por bacterias que infectan la piel y tejidos subcutáneos. Se caracteriza por enrojecimiento, inflamación, dolor y, en casos graves, fiebre. Este tipo de celulitis requiere atención médica inmediata y tratamiento con antibióticos para prevenir complicaciones.

Desmentir los mitos sobre la celulitis es fundamental. No es causada exclusivamente por el sobrepeso ni desaparece únicamente con dietas milagrosas. Tampoco se “cura” con cremas caseras, aunque ciertos tratamientos como radiofrecuencia, drenaje linfático o mesoterapia pueden mejorar temporalmente la apariencia de la piel.

En conclusión, conocer la diferencia entre celulitis estética e infecciosa, así como los factores que influyen en su aparición, permite adoptar medidas efectivas para el cuidado de la piel y, al mismo tiempo, desmitificar creencias que generan ansiedad innecesaria. La clave está en combinar hábitos saludables, actividad física constante y, si se desea, tratamientos estéticos respaldados científicamente.

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