
Un “incel” (del inglés involuntary celibate, «célibe involuntario») es, en principio, alguien que desea tener pareja o sexo y no logra conseguirlo. En la práctica reciente, el término refiere también a una subcultura en línea donde circulan explicaciones colectivas de rechazo, resentimiento y, en muchos casos, hostilidad misógina. Estas comunidades mezclan aislamiento social, ideologías de victimización y —en casos extremos— apologías de la violencia.
¿Por qué preocupa a la salud pública? Porque la confluencia de soledad, trastornos no tratados (ansiedad, depresión), acceso a foros que normalizan el odio y la imitación de modelos violentos puede transformar malestar personal en acciones con daño físico para la comunidad. Expertos en salud mental hablan de un problema que cruza lo clínico, lo social y lo digital.
Qué pasó en México: UNAM y BUAP en alerta
En los últimos días un homicidio en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Sur de la UNAM, atribuido por las autoridades preliminares a un agresor con vínculos ideológicos a la comunidad incel, detonó cancelaciones y medidas de seguridad en varios planteles y solicitudes de apoyo psicológico para estudiantes y personal. La UNAM reportó amenazas y activó protocolos de protección.
Simultáneamente, en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) se viralizaron cuentas en redes que publicaron fotos y mensajes amenazantes dirigidos a estudiantes de la Facultad de Ciencias de la Computación; la universidad activó protocolos y reforzó la seguridad mientras investiga el origen de las publicaciones. Estos episodios muestran que la influencia de grupos que celebran la violencia en línea puede replicarse rápidamente en diferentes campus.
Claves desde la salud mental (qué buscar y qué hacer)
- Señales de riesgo en jóvenes: aislamiento creciente, mensajes que justifican daño a otros, lenguaje de odio persistente, consumo intenso de foros que normalizan la violencia, cambios bruscos en sueño o alimentación, amenazas explícitas.
- Intervención temprana: la detección y el abordaje oportuno de ansiedad, depresión, consumo de sustancias y pensamientos violentos reducen riesgo. La terapia psicológica y la psicoeducación familiar son medidas eficaces.
- Responsabilidad institucional y digital: universidades deben combinar seguridad física con servicios psicológicos accesibles; plataformas sociales necesitan protocolos más firmes para detectar y remover contenidos que glorifiquen la violencia.
Recomendaciones prácticas para universidades y familias
- Activar y difundir líneas de atención psicológica y protocolos de emergencia.
- Implementar espacios de escucha y acompañamiento accesibles (asesoría psicológica sin costo, grupos de apoyo).
- Capacitar a personal docente en detección temprana y derivación.
- Promover programas de educación emocional y habilidades sociales desde la secundaria.
- Coordinar con autoridades y plataformas digitales la investigación y remoción de cuentas que amenacen la integridad de la comunidad.
Recursos inmediatos en México
- Línea de la Vida (CONASAMA) — apoyo psicológico 24/7: 800 911 2000.
- Acudir a los servicios de bienestar universitario de cada plantel (UNAM, BUAP y otras instituciones) para reporte y contención.
- En situaciones de riesgo inminente, llamar al 911.
La emergencia reciente en la UNAM y las amenazas en la BUAP ponen en evidencia que la salud mental es también una cuestión de seguridad comunitaria. Atender la soledad, el estigma y la violencia digital no es sólo un asunto clínico: es una inversión en la prevención de daños físicos y en el bienestar colectivo.
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