
De acuerdo con el Instituto Mexicano de Psiquiatría, la clave está en aceptar que la vida adulta no sigue un guion único.
Redacción Más Sana
Cumplir 25 años solía asociarse con el inicio de la madurez y la consolidación de proyectos personales y profesionales. Sin embargo, cada vez más adultos jóvenes reportan atravesar lo que especialistas denominan “la crisis de los 25”, un periodo de confusión, ansiedad y vacío existencial que puede derivar en síntomas de depresión.
De acuerdo con psicólogos clínicos, este fenómeno no está catalogado como una enfermedad en los manuales médicos, pero sí representa una etapa de vulnerabilidad emocional. “Entre los 24 y 30 años, muchas personas enfrentan la presión de construir una carrera, independizarse y proyectar un futuro estable. Cuando estas expectativas no se cumplen, surge un choque emocional que puede sentirse como fracaso”, explica la psicoterapeuta Andrea Ramírez.
Factores que detonan la crisis
Los expertos señalan que la comparación constante en redes sociales, la precariedad laboral y la dificultad para acceder a vivienda son factores que alimentan esta sensación de desorientación. A esto se suman los cambios en las dinámicas de pareja y la presión social de cumplir con “metas adultas” como casarse o tener hijos.
“Es común escuchar a jóvenes de 25 decir: ‘No tengo nada resuelto’. Lo cierto es que las condiciones actuales hacen cada vez más difícil cumplir con los parámetros que antes se consideraban normales a esa edad”, comenta Ramírez.
Señales de alerta
Entre los síntomas más frecuentes se encuentran:
- Ansiedad ante decisiones cotidianas.
- Insomnio o alteraciones del sueño.
- Sensación de estancamiento personal.
- Pensamientos pesimistas sobre el futuro.
- Pérdida de motivación y energía.
Si estos síntomas se prolongan más de dos semanas, especialistas recomiendan buscar ayuda profesional, pues la crisis puede evolucionar hacia un cuadro depresivo mayor.
Cómo enfrentar la crisis
De acuerdo con el Instituto Mexicano de Psiquiatría, la clave está en aceptar que la vida adulta no sigue un guion único. Redefinir metas personales, practicar ejercicio, fortalecer vínculos sociales y recurrir a la terapia psicológica son pasos importantes para afrontar esta etapa.
“La crisis de los 25 no es el fin del mundo; es más bien un punto de inflexión. Puede convertirse en una oportunidad de autoconocimiento si se aborda con apoyo y sin estigmas”, concluye la especialista.
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