Las relaciones tóxicas afectan la salud emocional, física y mental de quienes las viven, y reconocerlas es el primer paso para establecer límites saludables. Especialistas en psicología destacan que estas relaciones se caracterizan por patrones de control, manipulación, críticas constantes, celos excesivos o dependencia emocional.

Uno de los signos más evidentes es la sensación constante de ansiedad o estrés al interactuar con la otra persona. También es común que la autoestima disminuya, ya que los comentarios y actitudes negativas se vuelven habituales. El aislamiento de amistades y familiares es otro indicador de alerta.

Para protegerse, los expertos recomiendan establecer límites claros. Esto incluye comunicar de manera firme lo que se considera aceptable y lo que no, y mantener la consistencia en las decisiones personales. Aprender a decir “no” y priorizar el propio bienestar es fundamental para mantener la salud emocional.

Además, buscar apoyo externo es clave. Amigos, familiares o terapeutas pueden ofrecer perspectiva, contención y estrategias para manejar la situación. En casos extremos, la distancia física o incluso la ruptura puede ser necesaria para recuperar la autonomía y el equilibrio emocional.

Reconocer una relación tóxica y actuar con límites saludables no solo previene daños mayores, sino que también fortalece la capacidad de establecer vínculos positivos y respetuosos en el futuro.