
En los últimos años, el concepto de microdosis ha ganado relevancia dentro del ámbito de la salud mental y el bienestar. Se trata de la administración de dosis muy bajas de sustancias psicodélicas, como psilocibina o LSD, con el objetivo de obtener beneficios terapéuticos sin experimentar los efectos alucinógenos completos.
¿Cómo funcionan las microdosis?
A diferencia del uso recreativo, las microdosis buscan mejorar el estado de ánimo, la creatividad y la concentración. Quienes las practican reportan un aumento en la claridad mental y la capacidad de enfoque, así como una reducción de la ansiedad y el estrés diario.
Lo que dice la ciencia
Aunque los estudios aún son limitados, investigaciones preliminares sugieren que estas sustancias, incluso en pequeñas cantidades, podrían modular neurotransmisores clave en el cerebro, como la serotonina, y favorecer la neuroplasticidad. Esto abre la puerta a aplicaciones potenciales en trastornos como depresión, ansiedad y burnout, aunque los expertos subrayan que se requiere más evidencia clínica antes de su uso generalizado.
Riesgos y precauciones
A pesar de los reportes positivos, las microdosis no están exentas de riesgos. Su consumo debe realizarse bajo supervisión científica o médica, evitando la automedicación. Además, la legalidad de estas sustancias varía según el país, por lo que es importante informarse antes de cualquier práctica.
Bienestar integral
El interés en microdosis refleja un enfoque más amplio hacia el bienestar integral, donde la salud mental se aborda con estrategias complementarias, que incluyen mindfulness, ejercicio, sueño reparador y terapias psicológicas. La investigación continúa, y cada vez más científicos exploran cómo pequeñas intervenciones pueden generar grandes cambios en la mente y las emociones.
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