Hablar con amigos, familiares o grupos de apoyo genera contención y normaliza la experiencia. Reconocer que no se está solo puede ser un gran alivio y fomentar la resiliencia.

Redacción Más Sana

La ansiedad es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones de riesgo, pero cuando se vuelve constante, puede afectar la vida diaria, las relaciones y la salud mental. Afortunadamente, existen estrategias y herramientas respaldadas por la ciencia para aprender a manejarla.

Comprender la ansiedad
No toda ansiedad es negativa. Un nivel moderado puede ayudar a concentrarse y a reaccionar ante desafíos. El problema surge cuando los síntomas—como preocupación excesiva, tensión muscular, taquicardia o insomnio—interfieren con la rutina y generan malestar constante.

Técnicas de manejo diario
Expertos recomiendan incorporar prácticas simples que reduzcan la intensidad de la ansiedad:

• Respiración consciente: inhalar y exhalar profundamente ayuda a calmar el sistema nervioso.
• Ejercicio físico: actividades como caminar, nadar o practicar yoga liberan endorfinas y disminuyen la tensión.
• Rutinas y planificación: organizar tareas y establecer prioridades reduce la sensación de caos y el estrés acumulado.
• Mindfulness y meditación: enfocarse en el presente disminuye la preocupación por el futuro.

Apoyo profesional
Cuando la ansiedad limita la vida cotidiana, psicólogos y psiquiatras pueden ofrecer terapias cognitivas conductuales, técnicas de exposición y, en algunos casos, medicación que ayuden a regular las emociones y pensamientos.

Red de contención
Hablar con amigos, familiares o grupos de apoyo genera contención y normaliza la experiencia. Reconocer que no se está solo puede ser un gran alivio y fomentar la resiliencia.

Gestionar la ansiedad no significa eliminar el miedo, sino aprender a convivir con él de manera saludable. Con herramientas prácticas y acompañamiento profesional, es posible retomar el control, reducir el estrés y vivir con mayor bienestar.