La siesta breve, de 15 a 20 minutos, también puede ser un aliado para recuperar energía sin afectar el descanso nocturno.

Redacción Más Sana

Dormir no es un lujo: es una necesidad biológica que impacta directamente en nuestra productividad y bienestar general. La ciencia ha demostrado que la calidad y cantidad de sueño influyen en la memoria, la concentración, la toma de decisiones y la creatividad.

El descanso como motor de rendimiento
Durante el sueño, el cerebro procesa información, consolida recuerdos y elimina toxinas acumuladas durante el día. Los expertos señalan que dormir entre 7 y 9 horas por noche es crucial para mantener un rendimiento óptimo en el trabajo, los estudios y las actividades cotidianas.

Consecuencias de la falta de sueño
La privación de descanso prolongada afecta la atención, reduce la capacidad de resolver problemas y puede provocar errores en tareas sencillas. Además, está relacionada con un aumento en el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y trastornos del estado de ánimo, como la ansiedad y la depresión.

Ritmos biológicos y productividad
Cada persona tiene un reloj interno que regula los ciclos de sueño y vigilia. Respetar estos ritmos naturales mejora la energía diurna y facilita un rendimiento sostenido. Actividades como la exposición a luz natural durante el día y la reducción de pantallas antes de dormir ayudan a sincronizar este reloj biológico.

Estrategias para un sueño reparador
Expertos recomiendan mantener horarios de sueño consistentes, crear un ambiente oscuro y silencioso en la habitación y evitar estimulantes como cafeína y dispositivos electrónicos antes de dormir. La siesta breve, de 15 a 20 minutos, también puede ser un aliado para recuperar energía sin afectar el descanso nocturno.

En un mundo que valora la productividad constante, dormir bien sigue siendo la estrategia más efectiva para rendir al máximo. Cuidar el sueño no solo mejora la eficiencia laboral o académica, sino que fortalece la salud física y mental a largo plazo.