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Amar en tiempos de ghosting: el miedo al vínculo en la era digital

El patrón no distingue género, aunque se presenta con mayor frecuencia entre quienes se vinculan de manera casual y sin compromisos definidos.

Redacción Más Sana

En una época donde las conexiones están a un clic de distancia, el amor parece más accesible que nunca. Sin embargo, también lo está la desconexión repentina. El «ghosting», término popularizado para describir la desaparición abrupta de una persona sin explicación en una relación, se ha convertido en un fenómeno común en la era digital, reflejando un creciente temor al compromiso y a la vulnerabilidad emocional.

Esta práctica, que ocurre principalmente a través de aplicaciones de citas o redes sociales, consiste en cortar toda comunicación de manera inesperada. Un día hay mensajes constantes, y al siguiente, silencio absoluto. Aunque puede parecer una acción trivial en relaciones casuales, el impacto emocional que genera suele ser profundo: ansiedad, confusión, baja autoestima y desconfianza en vínculos futuros.

Especialistas en salud mental advierten que el ghosting es un síntoma de una cultura cada vez más evasiva, donde se prioriza la comodidad individual sobre la responsabilidad emocional. El miedo a herir al otro —o a enfrentar una conversación incómoda— lleva a muchas personas a optar por la huida digital, aunque eso implique dejar al otro en incertidumbre.

El fenómeno también se relaciona con el ritmo acelerado y descartable de las relaciones modernas. Las apps de citas, como Tinder o Bumble, ofrecen un catálogo infinito de opciones, lo que puede generar la ilusión de que siempre hay alguien “mejor” esperando. Esto, sumado a una educación emocional limitada, ha contribuido a una mayor incapacidad para sostener el diálogo honesto y gestionar los finales con respeto.

Según datos de diversas encuestas en América Latina, más del 60 % de los jóvenes adultos ha experimentado ghosting alguna vez, y una proporción similar reconoce haberlo practicado. El patrón no distingue género, aunque se presenta con mayor frecuencia entre quienes se vinculan de manera casual y sin compromisos definidos.

Frente a esta tendencia, cada vez más voces llaman a ejercer una “ética del vínculo”, donde se valore la comunicación sincera y el cierre emocional. Hablar claro, incluso para terminar una relación, es una forma de respeto que protege tanto a quien se va como a quien se queda.

Amar en tiempos de ghosting exige reaprender a vincularnos: con empatía, con responsabilidad afectiva y con el valor necesario para no desaparecer ante el primer conflicto. Porque al final, el verdadero problema no es la tecnología, sino cómo elegimos usarla para relacionarnos —o para escondernos.

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