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¿La última generación en ver luciérnagas? La ciencia advierte sobre su inminente desaparición

Puebla y Michoacán, sobreviven pequeñas poblaciones de luciérnagas, muchas de las cuales son protagonistas de actividades de ecoturismo responsable.

Redacción Más Sana

La imagen de las luciérnagas iluminando los campos al anochecer podría convertirse pronto en un recuerdo del pasado. Investigaciones científicas recientes han documentado un alarmante declive en las poblaciones de estos insectos a nivel mundial, advirtiendo que, si no se actúa con urgencia, podríamos ser la última generación en contemplarlas.

Un estudio publicado en 2020 en la revista BioScience, encabezado por la profesora Sara Lewis, entomóloga de la Universidad de Tufts, confirma que las luciérnagas están desapareciendo como consecuencia directa de la acción humana. Entre las principales amenazas que enfrentan destacan la pérdida de hábitat, la contaminación lumínica, el uso indiscriminado de pesticidas y los efectos del cambio climático.

Los ecosistemas húmedos y boscosos, indispensables para el desarrollo de las luciérnagas, han sido severamente afectados por la expansión urbana, la agricultura intensiva y la deforestación. Además, la contaminación lumínica está interrumpiendo sus complejos rituales de apareamiento, que dependen de señales luminosas para atraer pareja. A ello se suma el uso de pesticidas como los neonicotinoides, que dañan tanto a los ejemplares adultos como a sus larvas, y el cambio climático, que altera sus ciclos biológicos y el equilibrio ecológico de sus hábitats.

México, sin embargo, aún conserva algunos refugios naturales para estas especies. En estados como Tlaxcala (particularmente en Nanacamilpa), Puebla y Michoacán, sobreviven pequeñas poblaciones de luciérnagas, muchas de las cuales son protagonistas de actividades de ecoturismo responsable. Pero incluso estas reservas naturales están bajo amenaza si no se toman medidas de conservación urgentes y sostenidas.

Expertos coinciden en que esta advertencia no es alarmista, sino una señal basada en evidencia científica que llama a proteger una de las especies más emblemáticas del verano nocturno. Salvar a las luciérnagas no solo implica preservar su brillo, sino también restaurar los ecosistemas que comparten con numerosas especies clave para la biodiversidad del planeta.

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