
Figuras como Metallica, Foo Fighters, Slash y hasta instituciones como PETA (con quien colaboró en campañas por los derechos de los animales) han rendido tributo a un artista que inspiró respeto más allá de los géneros.
Redacción Más Sana
El fallecimiento de Ozzy Osbourne, este 22 de julio de 2025 a los 76 años, marca el final de una era para la música, el entretenimiento y la cultura global. No solo fue una leyenda del rock como vocalista de Black Sabbath, sino una figura que transformó al heavy metal en un fenómeno cultural, rompiendo barreras entre lo alternativo y lo mainstream.
Un pionero del sonido oscuro
John Michael «Ozzy» Osbourne nació en Birmingham, Inglaterra, y fue cofundador de Black Sabbath en 1968, banda que redefinió el sonido del rock con una mezcla inédita de oscuridad, potencia y crítica social. Con álbumes como Paranoid(1970) y Master of Reality (1971), Osbourne y su grupo sentaron las bases del heavy metal moderno, influyendo en generaciones de músicos y consolidando un género que hasta entonces era considerado marginal.
Después de su salida de la banda en 1979, Ozzy no solo sobrevivió, sino que brilló con luz propia. Su carrera como solista incluyó discos que se volvieron clásicos (Blizzard of Ozz, Diary of a Madman), y su estilo vocal, teatralidad y actitud rebelde lo convirtieron en una figura de culto.
De «Príncipe de las Tinieblas» a estrella global
Más allá de los escenarios, Osbourne supo cómo conectarse con la audiencia general. Su vida —llena de excesos, escándalos y redenciones— fue tan fascinante como su música. En 2002, el reality show The Osbournes lo convirtió en una figura doméstica para millones de espectadores, revelando el lado humano y caótico del rockero en su día a día junto a su esposa Sharon y sus hijos.
Este programa rompió estereotipos, mostrando que incluso una estrella del metal podía ser entrañable, vulnerable y, a veces, hilarante. Gracias a ello, Osbourne trascendió el nicho del metal y se convirtió en parte del imaginario colectivo global.
Cultura, provocación y legado
El impacto cultural de Osbourne no solo se mide en discos vendidos o conciertos multitudinarios, sino en su capacidad de provocar, desafiar y reinventarse. Desde el infame episodio en el que mordió la cabeza de un murciélago en 1982 hasta convertirse en símbolo de sobriedad en sus últimos años, Ozzy fue un espejo de su tiempo: excesivo, contradictorio, libre.
Figuras como Metallica, Foo Fighters, Slash y hasta instituciones como PETA (con quien colaboró en campañas por los derechos de los animales) han rendido tributo a un artista que inspiró respeto más allá de los géneros.
Un adiós con estruendo
Su última presentación, el pasado 5 de julio en Birmingham, fue un acto de despedida épico: 45 mil personas lo ovacionaron mientras, sentado en un trono debido al avance del Parkinson, cantaba junto a Black Sabbath en un evento que recaudó millones para causas médicas y sociales.
Ozzy Osbourne no solo fue un ícono del heavy metal; fue un creador de símbolos, un referente cultural y un hombre que logró que el rock pesado se sentara a la mesa de la cultura popular. Hoy, su voz y su legado retumban más allá del escenario: están inscritos en la historia del arte, la música y la irreverencia.
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