Expertos en salud mental advierten que ignorar estos síntomas puede derivar en depresión, enfermedades psicosomáticas y aislamiento social.

Redacción Más Sana

No es flojera, no es apatía, y mucho menos falta de compromiso. Es agotamiento emocional. Una generación entera, la de los millennials —personas nacidas entre 1981 y 1996—, atraviesa una silenciosa crisis de salud mental que ha comenzado a recibir un nombre específico: burnout millennial.

Aunque el síndrome de burnout fue descrito inicialmente en profesionales de la salud y se asocia al exceso de trabajo, en los millennials se manifiesta como una fatiga generalizada que va más allá del empleo. La sobrecarga emocional, la presión por cumplir con ideales de éxito y estabilidad, y la constante comparación en redes sociales, están entre los factores que más inciden.

A los 30, muchos millennials se enfrentan al contraste entre las expectativas con las que crecieron y la realidad que viven: precariedad laboral, imposibilidad de adquirir vivienda, relaciones personales inestables y el mandato de ser felices, productivos y saludables todo el tiempo.

“Sentirse agotado sin haber hecho nada”, “querer dormir todo el día pero no poder descansar” o “vivir con ansiedad aunque todo esté aparentemente bien” son expresiones comunes en esta generación. A diferencia del estrés laboral tradicional, el burnout millennial no siempre se resuelve con vacaciones o menos horas de oficina. La raíz está en una vida que exige demasiado y ofrece pocas certezas.

Expertos en salud mental advierten que ignorar estos síntomas puede derivar en depresión, enfermedades psicosomáticas y aislamiento social. Recomiendan poner límites, buscar redes de apoyo, asistir a terapia y —sobre todo— replantear la idea del éxito.

El burnout millennial no es un capricho ni una excusa. Es una señal de alerta de una generación que aprendió a exigirse demasiado y ahora busca recuperar el derecho a descansar, sin culpa.