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El apego al celular: ¿dependencia tecnológica o miedo a la soledad?

El reto no está en demonizar la tecnología, sino en establecer límites saludables.

Redacción Revista Más Sana

Vivimos conectados. El celular se ha convertido en un apéndice más del cuerpo humano: nos despierta, nos guía, nos comunica, nos entretiene. Pero, ¿qué ocurre cuando estar lejos de él provoca ansiedad, inquietud o incluso malestar físico? ¿Estamos frente a una simple dependencia tecnológica o a un síntoma más profundo relacionado con el miedo a estar solos?

Expertos en salud mental advierten que el uso excesivo del teléfono móvil puede estar vinculado a una carencia emocional o una necesidad constante de validación externa, más que a una necesidad real de conexión digital.

“El celular se ha convertido en una vía para evitar el silencio y la introspección. Muchos temen enfrentarse a sus pensamientos, emociones o a la sensación de vacío cuando no hay estímulos”, explica la psicoterapeuta Carolina Cid.

¿Adicción o hábito moderno?

El apego al celular se expresa en comportamientos cotidianos: revisar notificaciones al despertar, desbloquear la pantalla sin razón aparente, llevarlo al baño, sentir ansiedad si se olvida en casa o si se agota la batería. De hecho, términos como nomofobia (miedo irracional a estar sin el celular) ya forman parte del lenguaje clínico moderno.

Un estudio de la Universidad de Harvard reveló que el uso constante del celular activa el circuito de recompensa del cerebro, liberando dopamina, el mismo neurotransmisor que se activa con sustancias adictivas.

Sin embargo, más allá del componente neurológico, el teléfono también funciona como un escudo emocional.

Miedo a la soledad y la desconexión

En una sociedad hiperconectada, donde todo sucede en línea, desconectarse puede significar quedar “fuera”. Las redes sociales generan la ilusión de cercanía y compañía, lo que reduce, temporalmente, la sensación de soledad.

Esta relación con la tecnología puede ser especialmente intensa en adolescentes, personas que viven solas o quienes atraviesan procesos de duelo o ansiedad.

¿Cómo encontrar el equilibrio?

El reto no está en demonizar la tecnología, sino en establecer límites saludables. Algunas recomendaciones incluyen:

  • Establecer horarios sin celular (por ejemplo, durante las comidas o antes de dormir).
  • Activar el “modo no molestar” para evitar interrupciones innecesarias.
  • Recuperar momentos de desconexión: leer un libro, caminar sin música o sentarse en silencio.
  • Reflexionar sobre qué emociones se buscan evitar al estar siempre conectados.
  • Buscar vínculos presenciales que enriquezcan emocionalmente.

La conexión más importante: contigo mismo

El celular nos acerca a los demás, pero también puede alejarnos de nosotros mismos. Identificar cuándo su uso se convierte en un escape emocional es el primer paso para construir una relación más sana con la tecnología… y con nuestra soledad.

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