
El influencer Ashton Hall ha desatado una ola de comentarios y polémica en redes sociales al mostrar su rutina nocturna: dormirse con la boca sellada con cinta adhesiva y usar parches nasales para “mejorar la respiración”. Según él, este hábito optimiza el descanso, fortalece el sistema inmune y promueve una mejor calidad de vida.
Sin embargo, especialistas en medicina del sueño y otorrinolaringología han levantado la voz: esta práctica puede representar un riesgo real para la salud, especialmente en personas con apnea del sueño, congestión nasal o trastornos respiratorios. Dormir con la boca tapada puede dificultar la oxigenación adecuada, provocar despertares frecuentes e incluso complicaciones más graves.
https://platform.twitter.com/widgets.jsWhen Ashton Hall posted his morning routine in early 2025, most people laughed.
— Linkme (@linkme) June 30, 2025
He woke up at 3:52 a.m., taped his mouth shut to train nasal breathing.
Then dunked his face in ice water, rubbed banana peel on his cheeks, sipped Saratoga spring water, and ended with journaling. pic.twitter.com/VZgMushyHh
Este caso es ejemplo de cómo tendencias virales pueden cruzar la línea entre el autocuidado y el riesgo sanitario. Las redes sociales, con su poderoso alcance y velocidad, han convertido a influencers en referentes de salud sin credenciales médicas. La búsqueda del «cuerpo perfecto» o del «descanso ideal» genera conductas imitadas por millones sin el respaldo de evidencia científica.
Expertos insisten en que cualquier hábito relacionado con la salud —por más popular que se vuelva— debe ser consultado con profesionales. Lo que para algunos puede parecer un acto inofensivo o incluso benéfico, podría representar una amenaza si no se consideran condiciones individuales.
En tiempos donde la viralidad reemplaza al conocimiento, es urgente fomentar el pensamiento crítico, la verificación de fuentes y el criterio médico. Dormir bien es fundamental, pero no a cualquier costo.
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