Ante este panorama, surge una nueva corriente en higiene personal: el cuidado bucal consciente.

Redacción Más Sana

Lo que aplicamos en la piel, lo que respiramos, lo que comemos… también impacta en nuestra salud bucal. Así lo advierten cada vez más especialistas que alertan sobre los disruptores endocrinos, compuestos químicos presentes en productos de uso cotidiano que alteran el equilibrio hormonal y afectan silenciosamente distintos sistemas del cuerpo, incluida la cavidad oral.

Estos compuestos —comunes en cosméticos, plásticos, utensilios de cocina y artículos de higiene personal— no solo influyen en el metabolismo, la fertilidad o la función inmunológica. También están asociados con afecciones bucales como inflamación gingival, sequedad, sensibilidad, aparición de aftas o desequilibrios en el pH salival, que pueden derivar en problemas más complejos.

La relación entre salud hormonal, microbiota y cavidad bucal comienza a visibilizarse en consultas odontológicas, donde profesionales detectan signos de intoxicación crónica que podrían estar relacionados con el uso prolongado de productos con disruptores hormonales.

“La boca es un reflejo de lo que pasa en todo el cuerpo. Alteraciones como la xerostomía (boca seca), inflamaciones persistentes o sensibilidad sin causa aparente pueden ser señales de exposición a sustancias tóxicas acumuladas”, señalan expertos en salud integrativa.

Ante este panorama, surge una nueva corriente en higiene personal: el cuidado bucal consciente, que promueve el uso de pastas, enjuagues y cepillos libres de disruptores endocrinos, además de la revisión de etiquetas en productos de uso diario.

Aunque aún falta mayor regulación y difusión, el mensaje es claro: cuidar la boca no es solo cepillarse bien, sino también cuestionar lo que ponemos en contacto con nuestro cuerpo cada día.