
Frente al avance de los casos de agotamiento crónico, algunos especialistas apuntan a un cambio más profundo: pasar de un modelo centrado en resultados inmediatos a uno que priorice la salud integral del trabajador.
Redacción Más Sana
En un entorno laboral cada vez más acelerado, donde los mensajes no cesan y las jornadas se extienden más allá del escritorio, tomar descansos ha dejado de ser un lujo para convertirse en una necesidad urgente. Diversos estudios y especialistas en salud mental coinciden: detenerse no solo mejora el rendimiento profesional, sino que protege la estabilidad emocional y previene el desgaste psicológico.
Según datos recientes del Instituto Nacional de Psiquiatría, el 43% de los trabajadores mexicanos experimenta niveles altos de estrés laboral, lo que se traduce en insomnio, ansiedad, irritabilidad y, en casos más graves, síndrome de burnout.
“La salud mental no se preserva trabajando más, sino sabiendo cuándo y cómo detenerse”, señala la psicoterapeuta ocupacional Mariana Navarro, quien advierte sobre los efectos de la hiperconectividad y el mito de la productividad constante.
¿Por qué es tan importante hacer pausas?
Los descansos permiten al cerebro procesar información, regenerar energía y romper ciclos de estrés acumulado. De acuerdo con la Asociación Mexicana de Psicología Laboral, incluso pausas breves de cinco minutos cada hora pueden mejorar el enfoque, reducir errores y aumentar el bienestar general.
Además, aprender a desconectar del trabajo —especialmente al terminar la jornada— se vuelve esencial para marcar límites entre la vida profesional y personal.
Estrategias efectivas para desconectarse
Los expertos recomiendan prácticas sencillas pero efectivas para distanciarse del trabajo sin afectar responsabilidades:
- Desactivar notificaciones fuera del horario laboral
- Establecer rituales de cierre de jornada, como una caminata o actividad relajante
- Realizar microdescansos durante el día, especialmente si se trabaja frente a pantallas
- Diseñar espacios de trabajo delimitados, físicos o mentales, que no invadan la rutina doméstica
- Practicar respiración consciente o meditación breve, que ayuda a “bajar revoluciones” y recuperar presencia
Muchas empresas ya han comenzado a implementar políticas de bienestar que incluyen pausas activas, horarios más flexibles y campañas de salud emocional, pero el reto sigue siendo cultural: entender que “desconectarse no es rendirse, sino reequilibrarse”.
¿Hacia una nueva cultura del trabajo?
Frente al avance de los casos de agotamiento crónico, algunos especialistas apuntan a un cambio más profundo: pasar de un modelo centrado en resultados inmediatos a uno que priorice la salud integral del trabajador.
En palabras de Navarro, “el descanso es una herramienta, no un fracaso. Y en medio del ruido laboral, aprender a hacer silencio es un acto de salud”.
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