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¿Y si el clima también afecta tu salud mental?

Cómo reconocer y cuidar tu estado emocional durante la temporada de lluvias.

Redacción Más Sana

Los días grises, el cielo encapotado y las lluvias constantes no solo transforman la rutina urbana: también pueden alterar el clima interno. Aunque muchas veces se asocia el Trastorno Afectivo Estacional (TAE) con los inviernos en países del norte, lo cierto es que en México —y especialmente durante la temporada de lluvias tropicales— muchas personas experimentan desánimo, irritabilidad, fatiga o incluso una sensación difusa de tristeza.

Esto tiene una explicación científica. La disminución de la luz solar impacta la producción de serotonina y melatonina, hormonas clave para regular el estado de ánimo y el sueño. Además, el encierro obligado por los aguaceros puede interrumpir rutinas que son emocionalmente estabilizantes, como salir a caminar, socializar o practicar ejercicio al aire libre.

Señales de alerta emocional

No es necesario cumplir todos los criterios clínicos del TAE para reconocer que algo cambia cuando el clima se torna gris. Algunas señales frecuentes durante la temporada de lluvias incluyen:

  • Cambios abruptos de humor
  • Problemas para dormir o exceso de sueño
  • Falta de motivación o energía
  • Ansiedad sin causa aparente
  • Deseo constante de consumir carbohidratos o azúcares

Detectarlas a tiempo permite activar estrategias de autocuidado antes de que el bajón se intensifique.

Alimentación que levanta el ánimo

La comida tiene un papel más importante del que parece. Durante la temporada de lluvias, es común tener antojos calóricos, pero no siempre saludables. Para contrarrestar los efectos del clima en la química cerebral, se recomienda incluir alimentos ricos en triptófano (como plátano, aguacate, huevo y nueces), que ayudan a la producción de serotonina. También conviene evitar el exceso de azúcar refinada, que puede generar picos y caídas de energía emocional.

Moverse aunque llueva

El ejercicio no tiene por qué detenerse si no se puede salir. Hay rutinas sencillas que se pueden hacer desde casa: yoga, pilates, entrenamiento funcional o simplemente bailar unos minutos. El movimiento físico estimula endorfinas, mejora la circulación y libera tensión acumulada, claves para mantener el equilibrio emocional.

Luz cálida, mente cálida

La iluminación también juega un papel esencial. En días grises, la falta de luz solar afecta el ritmo circadiano. Usar luces cálidas en casa —como lámparas de tono amarillo o velas aromáticas— puede ayudar a crear ambientes más acogedores y contrarrestar la melancolía ambiental. Si el estado de ánimo lo requiere, existen lámparas de fototerapia que simulan la luz solar y están recomendadas para personas sensibles a la falta de luminosidad natural.

Hábitos que reconfortan

No se trata de hacer grandes cambios, sino de sostener rutinas que den estructura y consuelo. Hacer la cama, preparar una bebida caliente con atención plena, ordenar un pequeño espacio del hogar o leer un capítulo de un libro son actos cotidianos que estabilizan. El journaling —escribir lo que se siente sin filtro— también puede ayudar a drenar emociones difíciles o darles forma.

Pedir ayuda también es autocuidado

Si el desánimo persiste, no hay que dudar en buscar ayuda profesional. Psicólogos y terapeutas pueden brindar acompañamiento valioso para atravesar estos ciclos. Hablar con alguien, expresar lo que se siente y tener herramientas personalizadas para afrontarlo es también parte del cuidado personal.

Climas que enseñan a escucharnos

Lejos de ser una temporada para resistir, las lluvias pueden ser una oportunidad para aprender a escucharnos. El clima nos invita a bajar el ritmo, a mirar hacia dentro y a practicar una forma de bienestar más pausada, más sensorial, más consciente. Porque a veces, el verdadero cuidado emocional también empieza por aceptar que no todos los días tienen que ser soleados para estar bien.

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