
Médicos, psicólogos y terapeutas coinciden en que cuidar la salud mental no es un lujo, sino una necesidad.
Redacción Más Sana
Durante años, la medicina tradicional ha abordado cuerpo y mente como entidades separadas. Sin embargo, tanto la ciencia moderna como las terapias holísticas coinciden cada vez más en una verdad fundamental: las emociones influyen directamente en el funcionamiento del cuerpo.
Diversos estudios han demostrado que el estrés crónico, la ansiedad y la tristeza prolongada pueden debilitar el sistema inmunológico, alterar el ritmo cardíaco y digestivo, e incluso acelerar procesos inflamatorios. Por otro lado, emociones positivas como la gratitud, la alegría y la esperanza contribuyen a una mejor respuesta inmune, mayor longevidad y mejor recuperación ante enfermedades.
La neurociencia ha identificado una red compleja entre el cerebro y el cuerpo, mediada por sustancias químicas como el cortisol y la dopamina. Cuando una persona experimenta una emoción intensa, el cerebro responde liberando hormonas que pueden provocar reacciones físicas: desde la aceleración del pulso hasta trastornos en la piel o el intestino.
Desde el enfoque holístico, disciplinas como el yoga, la meditación, la acupuntura y la terapia emocional promueven la alineación entre mente y cuerpo como camino hacia la salud integral. La medicina psicosomática, por ejemplo, se especializa en trastornos físicos originados o agravados por conflictos emocionales no resueltos.
Médicos, psicólogos y terapeutas coinciden en que cuidar la salud mental no es un lujo, sino una necesidad. Dormir bien, expresar las emociones, practicar el autocuidado y mantener relaciones sanas son herramientas clave para prevenir enfermedades físicas y fortalecer el organismo.
En suma, el cuerpo escucha lo que la mente siente. Reconocer esta conexión puede ser el primer paso hacia un bienestar más pleno, donde el equilibrio emocional se convierta en una medicina preventiva poderosa.
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