
Los relatos de encuentros sobrenaturales han sido narrados de generación en generación, manteniendo viva la aura de misterio y temor que envuelve este rincón de Puebla.
Revista Más Sana
En el corazón de la ciudad de Puebla, hay un lugar que ha capturado la imaginación y el temor de los locales durante más de un siglo: el Callejón del Muerto. Esta callejuela, situada en el barrio histórico de Analco, es el escenario de una leyenda que se remonta a 1875, y que continúa resonando en la memoria colectiva de los poblanos.
Según la historia, una noche lluviosa de aquel año, Don Anastasio Priego, un acaudalado y respetado hombre de la zona, regresaba a su hogar cuando fue sorprendido por un ladrón en el estrecho callejón de Yllescas. Don Anastasio, conocido por su destreza en la esgrima, no dudó en defenderse y, en el enfrentamiento, logró abatir a su atacante. El suceso fue tan impactante que, desde entonces, el lugar pasó a ser conocido como el Callejón del Muerto.
Lo que hace que esta leyenda sea verdaderamente inquietante es la creencia popular de que el alma en pena del ladrón ronda aún el callejón, apareciéndose a aquellos que se atreven a transitar por allí en las noches solitarias. Los relatos de encuentros sobrenaturales han sido narrados de generación en generación, manteniendo viva la aura de misterio y temor que envuelve este rincón de Puebla.
El Callejón del Muerto se ha convertido en un punto de interés turístico para los amantes de las historias de fantasmas y leyendas urbanas. La combinación de su apariencia antigua y las historias que lo rodean le otorgan un aire único, convirtiéndolo en un lugar que no puede faltar en la lista de aquellos que visitan Puebla en busca de experiencias inusuales.
En la actualidad, el callejón sigue siendo un recordatorio de un pasado sombrío y lleno de misterio. Los visitantes que se adentran en él no solo buscan descubrir más sobre la leyenda, sino también sentir el escalofrío que acompaña a la posibilidad de un encuentro con lo desconocido.
Así, el Callejón del Muerto permanece como un símbolo de la rica tradición oral de Puebla, un testimonio del poder de las leyendas para dar vida a los lugares y mantener viva la historia en la memoria popular.
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