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Sin embargo, el placer se pierde cuando se caen los excesos; por ejemplo, no medir las porciones ni la cantidad y tampoco la calidad de la comida que consumimos puede provocar problemas.
Redacción Más Sana
En una entrevista realizada por Mónica Vega en el programa «Más Sana Live», la reconocida biomagnetista y psicóloga de la nutrición, Lulú Farrera, desveló los secretos detrás de la relación entre la comida y la felicidad.
La comida, según Farrera, es uno de los placeres más gratos que podemos experimentar y representa nuestra primera conexión con el mundo desde que consumimos la leche materna. Esta relación placentera con los alimentos se debe a la forma en que interactuamos con ellos a través de nuestros sentidos: los vemos, saboreamos, olemos e incluso podemos sentirlos y escucharlos.
La experta explicó que esta interacción multisensorial con la comida desencadena una serie de respuestas en nuestro cerebro. Morder, masticar y tragar son acciones que involucran una liberación de neurotransmisores, siendo la dopamina uno de los principales. La dopamina es conocida como el «transmisor de la felicidad» debido a su papel en la generación de sensaciones de placer y recompensa.
Estos hallazgos subrayan la profunda conexión entre nuestra alimentación y nuestro bienestar emocional. Comprender cómo ciertos alimentos pueden desencadenar respuestas positivas en nuestro cerebro puede ayudarnos a tomar decisiones más conscientes sobre lo que comemos y cómo nos afecta emocionalmente.
Además de la estimulación sensorial y la liberación de dopamina, Farrera resaltó otro aspecto crucial que agrega placer a la comida: compartir. El acto de compartir alimentos con seres queridos, de estar rodeado de platos deliciosos en compañía de amigos y familiares, evoca emociones placenteras que fortalecen aún más nuestra relación con la comida.
La psicóloga de la nutrición también señaló que los alimentos contienen nutrientes esenciales que nuestro cuerpo necesita, lo que contribuye a nuestro bienestar general. Esta combinación de factores, desde la estimulación sensorial hasta la liberación de dopamina y la importancia nutricional, contribuye a que la comida nos proporcione una sensación de felicidad y bienestar.
Sin embargo, el placer se pierde cuando se caen los excesos; por ejemplo, no medir las porciones ni la cantidad y tampoco la calidad de la comida que consumimos puede provocar problemas como obesidad y otros padecimientos en la salud.
Lulú Farrera insta a las personas a ser conscientes de cómo se relacionan con la comida y a disfrutar de la experiencia de comer de manera saludable y equilibrada para fomentar la felicidad y el bienestar en su vida diaria.
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